“He vivido esta situación antes y he salido de ella”, asegura convencida Laia Sanz, que afronta su 14º edición del Dakar como referente de un equipo cien por cien femenino. En las trece anteriores siempre ha visto la bandera a cuadros de la carrera francesa. Incluso en la cita del 2023, cuando perdió siete horas por una avería en la segunda etapa y sufrió un aparatoso vuelco -con cinco vueltas de campana incluídas-, que casi le cuesta el abandono. Es la única española que ha logrado finalizar 11 participaciones en motos y dos más en coches. “En los tiempos complicados me he superado y confío que ahora también”, espera la piloto. El objetivo es “volver a disfrutar después de un Dakar muy frustrante”, en un momento en el que solo tiene un año de contrato con el Astara Team. “Estoy en un momento de transición en el que tengo que demostrar”, reconoce. Las dificultades nunca la han asustado.
“Tenía la sensación de ir a contracorriente toda la carrera. Teníamos ritmo, pero no pudimos demostrarlo. Se nos torció mucho”, dice Sanz cuando se le pregunta por la anterior cita del Rally Dakar. Terminó en la posición número 65 de la general, pero aunque asegura que este año quiere divertirse, no pierde ni un ápice de autoexigencia: “quedar la número 40 tampoco lo daría por bueno. Si va bien, me gustaría estar entre los 15 primeros cada etapa”, reconoce en un encuentro con la prensa. Después de dos ediciones en coche, la campeona mundial de Trial y Enduro se sigue sintiendo novata. “Yo voy de Dakar en Dakar y eso influye, pero la experiencia de Extreme-E me ha ayudado”, cuenta Sanz.
La mejor piloto femenina de motos de toda la historia del Dakar, -fue 9º en 2015-, no ha podido prepararse tanto como algunos de sus rivales. Aún así, ha participado en la carrera de la Baja Aragón y fue subcampeona en el Mundial de Extreme-E. “En un mundo ideal no es suficiente, pero en el mío sí”, confía. “No me quejo. Me pasaría el año haciendo carreras, pero, de momento, no se puede”, ha cerrado.
“Esto es un Dakar. Te tienes que perder y todavía deberías hacerlo más”
Laia Sanz volverá a estar acompañada por Maurizio Gerini como copiloto, en una carrera en la que se estrena un nuevo recorrido y en la que ella contará con más medios y un equipo renovado. Las dunas serán más importantes que nunca, pero la piloto cree que la navegación ya no es tan complicada como antaño. “La nueva generación cuando hay días muy complicados se queja mucho. Entonces, siempre encuentran el compromiso de que algún día alguien se pierda, pero no demasiado”, ha opinado. Pese a que espera una cita muy dura, la guía de Astara está a favor de aumentar la dificultad de la prueba. “Esto no es un World Rally Car, esto es un Dakar. Te tienes que perder y todavía deberías hacerlo más”, ha dicho rotundamente.
Aunque echa de menos “el ambiente de la familia del mundo de la moto”, al que todavía sigue vinculada en sus entrenos y ratos libres, agradece no asumir tantísimos riesgos. “Con mi copiloto a veces comentamos la pereza que nos daría hacer las etapas con mucha piedra o lluvia en moto”, ha comentado entre risas. Son muchos los recuerdos que guarda de sus 11 ediciones sobre dos ruedas por el desierto. En algunas, como ahora, también sintió que su valía estaba siendo puesta a prueba. “Recuerdo que en mi mejor Dakar con Honda, yo terminaba contrato justo después. Si me hubiese ido a casa en el segundo día, no estaría donde estoy ahora”, ha apuntado. A pocos días de embarcarse en una nueva travesía por Arabia Saudí, para volver a divertirse y demostrar su talento, Laia Sanz ha dejado un último mensaje: “disfrutar también significa sufrir”. Quiere superar el examen con nota. Abandonar no está en su diccionario.
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